Suena contradictorio, ¿verdad? Miles de personas buscando dónde vivir… y al mismo tiempo, miles de viviendas cerradas, apagadas y sin uso. ¿Cómo puede ser posible?
Suena contradictorio, ¿verdad? Miles de personas buscando dónde vivir… y al mismo tiempo, miles de viviendas cerradas, apagadas y sin uso. ¿Cómo puede ser posible?
La explicación no es simple, pero sí clara: Canarias arrastra un enorme parque de viviendas vacías por varios motivos. Muchas son casas heredadas que se quedan atascadas durante años en procesos de sucesión interminables. Otras no se alquilan porque los propietarios temen a los impagos, a la falta de protección jurídica o incluso a las temidas ocupaciones.
También están las viviendas que no cumplen con los requisitos legales: no tienen cédula de habitabilidad, carecen de licencia o directamente están construidas en suelo no permitido. El resultado es el mismo: pisos y casas que podrían aliviar la falta de oferta… pero permanecen cerrados.
Todo esto sucede mientras la demanda sube sin parar, los precios se disparan y mucha gente joven —y no tan joven— ve imposible acceder a un alquiler digno en su propia tierra. Una paradoja que alimenta el problema: más viviendas vacías significa menos oferta real, y menos oferta significa alquileres más caros.
Si tienes una propiedad en esta situación, quizá es hora de replantearlo. Regularizar papeles, ponerla al día, buscar un buen seguro de alquiler o asesorarte bien puede ser la clave para darle vida a un inmueble que, cerrado, no aporta nada.
Porque tener una vivienda vacía en plena crisis habitacional ya no debería ser una opción.